Sunday, June 10, 2012

El caso de Bayamo


Hoy reproducimos íntegramente este artículo publicado en el boletín electrónico e-comercio de la Diputación de Barcelona, ​​que trata un caso de éxito poco conocido en Catalunya sobre regeneración de la vida artística, cultural, social y comercial en Bayamo, con la perspectiva de extrapolar sus buenas prácticas en nuestro país. Nadie debería dejar de visitar Bayamo, Cuba, ciudad natal de Carlos Manuel de Céspedes (1819-1874), padre de la patria cubana e hijo pródigo de una de las villas con más personalidad y elegancia de la isla caribeña.

Espacio abierto: el comercio en otros lugares

Breve introducción

La crisis que nos afecta está dejando un goteo de comercios cerrados, de plantas bajas con las persianas bajadas que rompen la continuidad del centro comercial urbano, se convierten en cúmulos de inseguridad y suciedad, la empobrecen y perjudican la imagen de marca. Algunos de estos locales pueden tardar un cierto tiempo en volver a ser operativos como establecimientos comerciales. En ocasiones, como ya está pasando, la espera puede prolongarse unos años.

En el e-comercio núm. 41, del mes de octubre de 2011, se trató el tema de los locales comerciales cerrados que, para evitar que se volvieran en un espacio desierto y lleno de suciedad, se reconvierte en salas de exposiciones, en pleno centro de Nueva York. Pero algunos dirán que nuestros municipios no reúnen ni mucho menos los elementos necesarios para poder extrapolar esta experiencia. Por este motivo, podría ser interesante fijarnos en actuaciones llevadas a cabo en lugares que presentan unas características opuestas a las que tiene NYC. Tomaremos como ejemplo la ciudad de Bayamo, en Cuba.

El caso de Bayamo

Por su contexto histórico y social, la ciudad de Bayamo presenta una oferta comercial bastante reducida, unos incentivos al consumo poco alentadores y un nivel de renta de los más bajos. Han conseguido, sin embargo, tener un centro urbano dinámico y activo, que constituye un espacio de encuentro y de vida social, y que vertebra la vida del municipio.

La estrategia para animarle consistió en encontrar espacios donde ubicar actividades que pudieran interesar a sus habitantes en las horas de ocio, así, a su centro urbano (formado por una gran plaza rodeada de bancos de madera, con muchos árboles, y las calles que confluyen), algunas plantas bajas se destinaron a uso lúdico de tipo cultural: talleres de arte -donde los vecinos van a pintar o hacer esculturas-, salas de exposiciones -donde se exponen las obras realizadas por los vecinos que han sido premiadas-, salas de lectura o escritura -espacios adaptados para leer y escribir-, biblioteca, salas de juegos de mesa -para todas las edades-, sala escuela para jugar al ajedrez, salas para tocar instrumentos, etc. Y entre todos estos espacios hay locales de restauración y algunas tiendas.

Este uso de las plantas bajas tiene también como consecuencia que la gente se implica en la vida social del municipio, ya que les da la oportunidad de sentirse creativos e impulsores de las actividades. Se entra entonces en una espiral creciente que se autoalimenta: se animan los unos a los otros. Algunas de las esculturas realizadas por los vecinos son expuestas en medio de la calle más comercial, espaciadas entre ellas, y son los elementos que ornamentan la calle. El resultado es un centro urbano activo, donde se pueden pasar todos los ratos de ocio y encontrar siempre algo que hacer o ver. Como los locales dan directamente a la calle, muchos salen a hacer las actividades en el exterior, con lo cual se crea un ambiente cordial y hospitalario.

Nuestros locales cerrados

Las crisis pueden ser también las grandes oportunidades para explorar nuevas vías, encontrar nuevos caminos, innovar, recoger las experiencias positivas de otros lugares y adaptarlas a nuestra realidad, en nuestros centros urbanos... Si nos fijamos en el caso de Bayamo y combinamos sus aspectos positivos con la problemática que ahora nos afecta, tal vez podemos extraer iniciativas sobre cómo ocupar durante un cierto periodo de tiempo estas plantas bajas cerradas, e incluso descubrir cómo dar un uso a locales comerciales que de momento aún no se han llegado a abrir nunca.

En nuestro caso, donde sí existe un centro o eje comercial, sería interesante reorientar los locales comerciales inactivos de manera que puedan ofrecer actividades complementarias a la oferta comercial ya existente, para que se conviertan en un polo de interés capaz de atraer y fijar la población, al tiempo que contribuyen a incentivar el consumo y operar como generadores de actividad. De esta manera, actuando como dinamizadores del comercio, crearían sinergias que de rebote impulsarían la reactivación del comercio propiamente dicho. Es decir, extrapolando la experiencia de Bayamo y adaptándola, algunos locales cerrados se podrían reconvertir en espacios de encuentro de utilidad pública: zonas de lectura y salas de estar, con un espacio dedicado a exposiciones (pintura, fotografía, escultura...), salas de reuniones para diferentes colectivos, espacios para entidades, bajo la tutela y la responsabilidad de la entidad correspondiente, que se encargaría de mantenerlo limpio y en condiciones. Si esto no fuera posible, el local podría permanecer cerrado, pero el escaparate podría ser utilizado para exponer dibujos, pinturas, fotografías... realizados por los alumnos del centro escolar más cercano.

En ambos casos, el Ayuntamiento debería actuar como mediador e interlocutor entre los propietarios del local y los nuevos usuarios, hasta que el local recupere su vocación comercial. Mientras, seguiría contribuyendo a cohesionar el centro comercial urbano y a crear sinergias.

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